El príncipe, guapo a rabiar, le sonríe mostrando la ristra de perlas blancas de su boca. Eres tú, exclama haciendo una grácil reverencia. Voz suave y varonil. Brillantes mallas que le vienen como un guante, marcando gluteos, cuadriceps, gemelos. Pelo sedoso. Aliento fresco. La muchacha harapienta se mira el pie y le devuelve la sonrisa. Demasiado tacón, y el material de cristal no es nada cómodo, pero no hay duda de que es de su número. Y por él no le importaría ir dando todo el día taconazos por el reino. Las dos hermanastras dan un gritito y se abrazan dando saltos. Al principio habían puesto mala cara, pero ahora empieza a seducirles la idea de tener a disposición una habitación de invitados en palacio. La muchacha harapienta sale corriendo - como buenamente puede, pues tan sólo lleva puesto un tacón -, se mete en la habitación contigua y vuelve a salir apenas unos segundos después llevando en la mano un zapato viejo con un par de remiendos, la suela gastada y los cordones rotos. Se acerca al príncipe y, con gesto emocionado y las mejillas sonrosadas, le extiende el ajado zapato. Te toca.
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21 comentarios:
Qué buena...
Es justo la vueltecita que le faltaba al cuento. Genial.
Esta sí es la cenicienta que no quería comer perdices...
Muy bueno, otra con la que seguro que mola ir de cañas!!
Un besaco.
PD:Es mi pequeño homenaje al quisiera o quisiese, que dicen que no existe tampoco.
Siempre me he preguntado, y es que cuando niño cuestionaba todos los cuentos, si a las doce en punto se acababa el hechizo ¿porque el zapato siguió siendo de cristal?
Un abrazo.
Nunca me gustaron los cuentos infantiles, ni de niña, así que este me encanta, esta debe ser la versión real que luego con el tiempo tergiversaron. Gracias por recuperarla. :-)
Eso es, aquí todo dios a encajar en el debido zapatito... ¡en caso contrario puerta!
Jeje, ¿queda todavía algún príncipe suelto?
Paso de zapatos y me quedo con el príncipe. Este si es un buen cuento con un final, final porque se acaba.
EXCELENTE.
Si me pongo a analizar me toman por loca. La cantdiad de cosas que se pueden decir a partri de este texto tan breve y tan representativo de todas nosotras, y todos ellos...
Fantástico.
Ilustrarlo sería genial.
Un lindo cuento hecho realidad.
El final está estupendo.
Besos
no lo he entendido, espera, voy a leerlo otra vez.
Hola bello blogg, preciosas entradas, gracias por compartirlas, te encontré en un blogg común,si te gusta la poesía te invito al mio,será un placer,es,
http://ligerodeequipaje1875.blogspot.com/
muchas gracias, buen día, besos.
Frágil material, el cristal. A mí se me rompieron los zapatos en pocos días.
Me encanta esta nueva versión, creo que es la que le contaría a mis hijos
Debe ser complicadísimo bailar con zapatos de cristal. Ese es otro de los fallos del cuento.
Imagino que la cenicienta se dejó besar -o algo así- y perdió el zapato deslizando el pie debajo la mesa.
En cualquier caso, nunca envidié a ese príncipe, que fió todo su futuro a la horma de un zapato.
Besos.
Hace bien. O viven cómodos o juntos no viven.
Ahora, por mi blog, te toca.
Salud.
Para las intereasadas, yo intercambio adidas spezial color beige, rayas celestes, algunos años en uso.
Qué mal me caen las hermanastras de todos los cuentos.
Qué manía esa que tenemos todos con hacer encajar al otro en la horma.
Qué manía esa que tenemos todos con hacer encajar al otro en la horma.
Entre zapatos y cristales, estoy buscando los piecesitos de la dichosa princesa.
Abrazos desde este lado del mostrador.
Primera vez que entro aqui, gracias a cultmoviez, que fluidez en tus palabras para plasmarlo en un cuento...
saludo
JoseInferno
pasate por patiodebutacas.org
interesante recien descubro tu espacio
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