miércoles, 14 de julio de 2010

Centellas.

Noche cerrada. La tormenta ruge y aporrea furiosa los amplios ventanales de la estancia donde ellos se acarician. Cada relámpago los fotografía desnudos y jadeantes. Ella sobre Él. Él arañándole la espalda. Ella a cuatro patas. Arriba. Abajo. Cada flash los sorprende en un delirio. Él aferrado a sus caderas. Él agarrándola del pelo. Los truenos acompasan sus gemidos. Ella conteniendo las envestidas. Ella mordiéndose el labio y apretando con los puños cerrados la sábana. No les importaría morir con el último rayo. Ella sacudiéndose espasmódicamente. Él con los ojos vueltos. Ella abatida sobre su pecho. Él fumando un cigarrillo mientras le acaricia la espalda. Dos colillas - una aún humeante - en el cenicero. Lo siento, cariño - lo de cariño es un decir -, pero mañana madrugo. Él se viste despacio, remoloneando, haciendo tiempo por si aflorara en Ella la piedad. Espera, le dice cuando está a punto de salir. Él se vuelve esperanzado. Ella saca del cajón un paraguas. De esos plegables que caben en un bolsito. Amarillo con flores blancas y rojas. Te lo regalo. Y le sonríe. Él lo coge, intenta devolverle la sonrisa con una mueca mal conseguida, y abre la puerta de la calle. Joder, qué forma de llover.

27 comentarios:

vittt dijo...

duele que algo que parecía tan cerca esté a quilómetros de distancia en realidad.
suerte que todo parece nuevo de nuevo después de llover.

Mr. Rific dijo...

El paraguas es uno de los artículos que más frecuentemente se olvidan en cualquier parte... por una vez, está bien que se regale.

Uf, a mí hace unos pocos años en una situación "similar", la anfitriona en vez de obsequiarme con un paraguas me dijo muy "amablemente" que llamase a un taxi, extendiéndome el auricular del teléfono fijo situado en la mesita de noche.

Normal que mojándose de esa manera, el sentimiento después encoja...

Cuentista dijo...

Ahi veía yo el drama de la historia, en el "te lo regalo", no un "ya me lo devolverás". Una especie de "el cielo no ha tronado para mí".

Uf que grave me leo las cosas cuando fumo.
Saludos espabilá.

ah a mi me cuesta comprarme paraguas, precisamente, creo que no he comprado uno en mi vida

Luis dijo...

Concuerdo en que los paraguas se quedan en todos y cualquier lado.
Me maravillo la imagen de dos cuerpos jadeando en la oscuridad interrumpida por los flashasos de los relámpagos.
Un abrazo.

Céfiro dijo...

Una imagen superconseguida la de los amantes fotografíados por los relámpagos. Enhorabuena.
Supongo que Él ya se había mojado bastante. De ahí lo del paraguas.

elena dijo...

Me gusta que sea ella la que tenga que madrugar. Y genial el detalle del paraguas, yo también los he regalado.

Tesa dijo...

Lo de Cariño, siempre es un decir.

pepa mas gisbert dijo...

Parece que coincidimos aún diciendo las cosas de otra manera, porque escribí me pides que te muerda y....pero no me pidas que te quiera, cuando se acaba todo, es cuando más lejos estoy.

Un abrazo de coger las maletas e ir a refrescarme contigo (mierda de calor). No tengo vacaciones pero quizás recibas otra visita, ¿no?

J.M. Ojeda dijo...

¡Hola!
Bueno la cuestión es que ya nada es lo que parece...
Simplemente dos sensaciones cerebrales...

Saludos de J.M. Ojeda.
Buen fin de Semana.

Juanjo Montoliu dijo...

Muy mal lo del paraguas. Quien quiere un buen polvo, tiene que mojarse. O electrocutarse.

Besos.

Mayte Llera (Dalianegra) dijo...

Huy, jiji, qué final más desesperanzado para tanta pasión sexual, jaja. Pero era sólo eso: sexo. Me ha gustado mucho el buen ritmo de tu narración, trepidante en el tempo del sexo y después todo lo contrario, dilatado en grado sumo. Lo mejor del relato: que en este caso es la mujer la que le da inmisericorde puerta a su amante y no al revés, como suele suceder en la vida real. Me encanta eso de darle la vuelta a la tortilla. Un besito, Elena y muy feliz finde, mi niña.

Ladrón de mandarinas dijo...

De llover...

Lluvia es cuando no tienes internet y te conectas alcoholizado en casa de noséquién pa' ver dos blogs.

Pablo Copola dijo...

Esto sí que es porno del bueno, elegante, afilado, de gourmet.
A veces el placer es cosa de mortales, mientras los dioses lloran, furiosos e impotentes. Contra ellos: un paragüitas de flores blancas y rojas.
Pues eso, que lo bueno si breve... te quedas con más ganas.

Anónimo dijo...

me refresca, me gusta.

jesus (of suburbia) dijo...

Ojalá vuelva a llover pronto.

prometeo dijo...

No me importaría ser fotografiado en mi último instante, tras un ventanal roto, con nuestros cuerpos aún humeante y humedos por el rayo, la lluvia y el sexo.

iliamehoy dijo...

Siempre duele que tras esos momentos de intimidad, incluso salvaje, uno solo aspire a la piedad.
Una sonrisa

Anónimo dijo...

No se, quizá los dos tuvieron lo que querían. Sería interesante saber que pensaba él al salir. ¿El sexo sin complicidad (no digo ya amor) estará siempre abocado al olvido? ¿Con un replicante de los de Blade Runner hubiera sido lo mismo? Un relato, brillante, para variar.
Besos!

virgi dijo...

Muy bueno, me metiste en la escena a través de los relámpagos. Una pena que tanta química se deshaga bajo la lluvia.
Besitos

Juanma dijo...

Cada vez mejor. Así es tu literatura.
Nos vemos pronto, pero antes visita mi nuevo proyecto corazón:

http://pecadomenudo.blogspot.com

Salud.

Eariandes dijo...

Una escena que evoca a los sentidos qué es estar vivo, aunque duela o te sorprenda la lluvia y el frío.

Anónimo dijo...

me encanta como escribis

Juanma dijo...

Menchester is very beautiful wiht you.

From Spain: One Bilingue.


Salud.

Antonio dijo...

jaja...qué bueno,el colega esperando a que le dijera que se quedara......bueno, al menos le regaló el paraguas...jajaja....pero con qué mala intención, pues le recordaría una frustración.....ay....
Saludos

Anónimo dijo...

Dejemos el paraguas a un lado.
Las excusas por otro.
Observar la lluvia al calor de otro cuerpo, nadie piensa en el mal tiempo.

Morenita dijo...

Muy bueno: me encantó la velocidad del comienzo y cómo mengua le ritmo a la mitad.
Buenísimo.

anuar bolaños dijo...

Un poco al contrario yo he dicho...



AL FINAL DEL DÍA


Hay días que llego a ti
corriendo entre máquinas y polvo
y llevo incrustados al dorso
trozos de fuego,
la ternura agriada por el azar
y la flor del pecho urgida de rocío.

Días en que la existencia pesa igual que un buque
y me queda mal zurcida la risa en la fachada.
Los ademanes se me escapan como aspas filosas,
la voz se rasga en graznidos opacos
y traigo tal lejanía en la mirada
que sorprendes al horizonte
desfallecido en mis ojos.

En esos días, mujer,
sólo tu abrazo.



anuar iván.