lunes, 3 de enero de 2011

Lo que no puede ser.

La chica que llora desconsolada en el sofá es endemoniadamente guapa. Tiene, además, ese gesto amable que invita a quererla. La piel suave. El pelo brillante. Un cuerpo que late al ritmo de cualquier deseo. De saberla llorando, el vecino del quinto no dudaría en abrazarla. Su compañero de trabajo vendría raudo a susurrarle algún alivio al oído. David la besaría sin vacilar. Tú mismo, si la vieras así, te beberías una a una sus lágrimas. A la chica que llora sobre el sofá algo grave ha tenido que pasarle. No puede estar llorando de soledad. Imposible. Es endemoniadamente guapa. Tiene que ser otra cosa, sí.